Una isla repleta de animales adorables pero con un oscuro pasado
La isla de Okunoshima, situada frente a las costas de Hiroshima , es famosa por su vasta población de conejos. Sin embargo, muchos visitantes llegan a la isla atraídos por estas adorables criaturas sin saber que la isla esconde asimismo un terrible secreto.
No te pierdas
- La colina del sol poniente, un enclave privilegiado para ver la puesta de sol situado al suroeste del complejo playero
- El pintoresco faro, situado en una zona vedada en el extremo más meridional de la isla
- La torre de alta tensión más alta de Japón, con una altura de 226 metros
Cómo llegar
A Okunoshima se puede ir en ferri desde Tadanoumi,
una estación situada en tierra firme donde tienen parada los trenes de la línea JR Kure, así como desde Omishima.
Conejos por doquier
Si bien resulta imposible saber con exactitud cuántos conejos habitan la isla, dada la inexistencia de depredadores naturales y el hecho de que los perros y gatos tienen prohibido el acceso, lo que está claro es que la cifra es cada vez mayor.
Otro dato sobre el que no parece haber consenso es el origen y procedencia de estas criaturas. Algunas personas creen que descienden de una pequeña tanda de ocho conejos que soltaron en la isla un grupo de escolares en el año 1971. Otros, sin embargo, piensan que proceden de los animales de laboratorio puestos en libertad tras el fin de la Segunda Guerra Mundial. En cualquiera de los casos, hoy en día son el mayor atractivo de la isla y están muy bien cuidados y atendidos.
Es más, se anima a los visitantes de la isla comprar comida y alimentar a estas dóciles criaturas silvestres, las cuales están tan acostumbradas al contacto humano que parecen domesticadas. Eso sí, prepárate a correr si te quedas sin comida, ya que es posible que empiecen a perseguirte.
Otras atracciones
La isla cuenta además con numerosas playas hermosas y varias zonas de acampada. Ahora bien, vayas donde vayas, estarás rodeado de conejos, algo que dará un toque encantador a prácticamente todo lo que te dispongas a hacer en la isla.
Una historia oscura
Si bien la isla es un popular destino turístico, esconde asimismo un trágico pasado. Sin embargo, no solo la isla no rehuye de este pasado, sino que incluso indaga en él por el bien de las generaciones futuras. Por ello, y aunque no seas un apasionado de los animales, si te gusta la historia, deberías considerar hacer una visita a Okunoshima.
Japón fue uno de los países firmantes del Protocolo de Ginebra de 1925 sobre la prohibición del empleo en la guerra de armas biológicas y químicas. Sin embargo, cuatro años más tarde, es decir, en 1929, se construyó en la isla una fábrica de armas químicas en la que se produjeron, al final de la Segunda Guerra Mundial, gases mostaza y lacrimógeno.
Esto se explica por el hecho de que Okunoshima, a pesar de ser un territorio aislado, estaba relativamente bien comunicada, lo cual la convertía en el lugar perfecto para este tipo de actividades secretas. En aquella época, el gobierno había hecho grandes esfuerzos por ocultar la existencia de esta fábrica, llegando incluso a eliminar la isla de los mapas y a ocultar a sus habitantes la verdad sobre lo que se producía en realidad en la fábrica.
Al final de la guerra, se destruyeron los documentos y las fuerzas aliadas eliminaron los productos químicos almacenados. Sin embargo, pasaron varias décadas hasta que el gobierno admitió por primera vez estas irregularidades y ofreció ayuda médica y financiera a aquellos habitantes de la zona cuya salud se vio afectada por la actividad de la fábrica.
Un museo de melancolía
En 1988, se inauguró en Okunoshima un museo donde se explica con todo detalle el pasado secreto de la isla como fabricante de gases tóxicos. Aún a día de hoy, la isla conserva múltiples bases militares abandonadas que, de no saber lo acontecido, parecen estar totalmente fuera de contexto.
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